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ANTÍGONA DE SÓFOCLES
traducción al francés
de Jean y Mayotte Bollack |
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“Fuiste hasta el extremo
de la audacia,
Pagas hasta la hez un verdadero combate librado
por tu padre” (Coro)
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Antígona, Creonte. Una condena a muerte.
Ella sabe, él no... Antígona escogió, antes de que empiece la tragedia. Creonte atraviesa, sin verlas, las puertas que lo llevarán a la desaparición, al desastre..
La tragedia de Antígona
comienza después de la victoria
de Tebas sobre el ejército
de Argos. Ejército de los Siete
Jefes con el que Polinices se subleva
contra su patria y enfrenta a su hermano
Etéocles, quien se niega a
entregarle el poder. Habían
establecido un acuerdo para escapar
a la triple maldición con la
que los había sentenciado Edipo,
su padre: cada uno reinaría
un año, alternativamente. La
maldición, sin embargo, los
alcanza, los dos hermanos se ensartan
mutuamente en el combate y Creonte,
heredero legal, asciende al trono.
Al final de una guerra fratricida,
Creonte quiere dar un golpe contundente
para hacer reinar la paz y afianzar
su poder sobre Tebas y particularmente
sobre lo que queda de la familia del
venerado Edipo, sus hijas: Antígona
e Ismena, dado que la primera debe
casarse con su hijo, Hemón.
La prohibición, bajo pena de
muerte, de enterrar a Polinices es
una provocación hacia las hijas
de Edipo. Provocación a la
que Antígona responde con un
acto que Creonte no podía imaginar
por parte de una mujer: Antígona
escoge ser fiel a sus orígenes,
escoge la muerte antes que la unión
con Hemón. Una muerte que tendrá
un impacto poderoso ya que ella misma
la pondrá prácticamente
en escena.
Se dice que Sófocles inventó
el diálogo y que sus tragedias
son representativas de la democracia
ateniense, dado el debate que suscitan:
el conflicto resulta inconcebible
sin una crítica del principio
triunfante.
Antígona defiende los vínculos
de sangre (del clan) en contra las
leyes de la Ciudad, las leyes de los
dioses contra las leyes de los hombres.
Esta posición nos lleva a cuestionarnos
acerca del gesto de esta mujer y del
sentido de su rebelión: ¿en
nombre de qué valores?
Creonte representa las leyes de la
Ciudad y las enfrenta a las de los
dioses. El rey de Tebas, apostrofa
a los dioses, ¿Una trasgresión?
¿Una subversión?
El Coro lleva las cuentas. Tanto el
Coro como el Corifeo protegen la Ciudad
de cualquier trasgresión de
las leyes, sean estas divinas o humanas
y tienen la tarea de temperar los
excesos de los protagonistas. La apuesta
es importante pero prudente. El Coro
se expresa mediante incógnitas,
su lenguaje es enigmático,
cultiva cierto arte de la ambigüedad,
el arte de aquellos que saben permanecer
después de las tempestades. |
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Hay
una fuerza telúrica de los antagonismos
en la tragedia antigua.
Los caracteres se hallan firmemente instalados
en sus territorios y lo determinante es
la línea de tensión. Los personajes
no expresan sus sentimientos, los invierten
completamente en sus acciones. Creonte va
demasiado lejos en su lucha cuerpo a cuerpo
con el destino. Demasiado lejos con relación
a lo que le permite, objetivamente, su posición
en la Ciudad. Así lo entiende, claramente,
su hijo Hemón, humillado en su amor
contrariado y que tiene más sentido
de la política que él. La
provocación hacia las hijas de Edipo
se convierte en una provocación hacia
Hemón y su futura descendencia, algo
que Creonte no supo evaluar en su justa
medida.
Hay algo
aciago, algo denso, esencial y necesario
que hay que compartir con el público
en el antagonismo trágico. De ahí,
la necesidad de inventar, de construir
un código teatral. Para
mí todo gira alrededor de la materia.
En primer lugar, la materia verbal. Es tal
la densidad de la lengua que el trabajo
en el que me he empeñado desde hace
varios años me ha llevado casi al
enfrentamiento con la materia verbal, amasándola
con todos sus alientos, todas las vibraciones,
todas las resonancias del acto mismo de
proferir, yendo hasta el canto (éxodos).
La superación de los límites
que ese modo de expresión implica
es para mí una de las dimensiones
irreductibles de la tragedia.
Es desde la puesta en perspectiva de los
diferentes elementos que el espectáculo
adquiere cuerpo: desde la rugosidad del
texto, en la traducción de Jean et
Mayotte Bollack, hasta la trascendencia
del canto. Desde la estrategia de las posiciones
del Coro (tratado como un solo personaje,
una Hidra de varias cabezas, como una orquesta:
muchos instrumentos, un solo movimiento)
que en ocasiones prudente, en otras sádico,
irritado, acusador o indiferente, cerca,
espía, cierne, observa, encierra
o aísla a los personajes en un espacio
de enfrentamientos delimitado por la luz,
hasta la fluidez del vestuario contemporáneo
que se despliega en amplios movimientos.
Desde la intensidad de la mirada hasta los
reflejos cobrizos de los rostros, huellas
lejanas de la antigua máscara.
Anne Petit
Antigone
de Sophocle, Editions de Minuit. Traducción
al francés de Jean y Mayotte Bollack.
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Dirección
Anne Petit, ayudante de dirección Eric Ginestet.
Con: Florence Bermond (Antígona). Bruno
Cadillon (Creonte). Natalia Cellier
(Ismena / Coro). Pierre-Michel
Dudan (El Guardia / Coro). Nicole
Gros (Corifeo). Corinne Paccioni
(Eurídice / Coro). Patrick Séguillon
/ Bruno Boulzaguet (Tiresias).
Patrick Séguillon / Tuuka Vasama ( El
Mensajero). Tazio Torrini (Hemón
/ Coro) y Guillaume Alexandre- Brault,
Cécile Cadoux, Eric Ginestet, Katialyne
Leprévost, Paolo Pilosio, Tuuka Vasama,
Vanina Suavet (Coro). Timon Renucci
/ Ulysse Renucci (El Niño). Vestuario
Anne-Marie Underdown, Erig Legoff. Maquillaje
Solange Bovineau. Iluminación Robert Labar.
Composición musical Nando Acquaviva. Canto
polifónico: Santu Massiani, Nando Acquaviva,
Noël Pardini. |
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Nueva versión
a partir de 9 actores. |
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Estreno el 4
de agosto de 2001 en un campo quemado por
el sol, frente a la montaña, en la
linde de los enebros durante el 4º
Encuentro de Teatro dirigido por Robin Renucci
en Córcega. Encuentro que incluye
talleres de formación y espectáculos.
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